¿Para qué argumentar? Cuando podemos descalificar...



El ejercicio intelectual de la argumentación ha venido a ser reemplazado por argucias y falacias seudo intelectuales, para poner en el fuego de las discusiones y el campo de la opinión un elemento que brinda satisfacción y confianza, sobre todo a aquellos que a falta de un razonamiento lógico amparado en el más mínimo concepto de la objetividad y la verdad, prefieren utilizar la descalificación personal, como arma infalible dentro de las comunicaciones interpersonales. Esto se conoce como una falacia ad hominem.

La falacia ad hominem consiste en intentar descalificar personalmente a un adversario, en lugar de refutar sus afirmaciones.

La falacia ad hominem es un recurso comunicativo bastante deficiente en su base intelectual, ya que se limita a reconocer aspectos que puedan poner en tela de duda la integridad del adversario y sobre esta base descalificar sus argumentos sin necesidad de rebatirlos.

Es una práctica muy común en la actualidad, que sin limitar su uso a los políticos o religiosos de momento se hace presente en la cotidianidad entre individuos "comunes y corrientes".

El aspecto más importante de esta falacia, quizá sea el impacto que genera entre la sociedad, que en ocasiones apela a la demagogia para dar credibilidad o no a determinados personajes según sea su actuación y la información que divulguen los medios respecto a dichos personajes.

En la práctica resulta complicado entender cuando alguien hace uso de este tipo de falacias, ya que por lo general, el individuo está más predispuesto a enfrentar la realidad a la sombra de sus emociones y no de la objetividad, y es mucho más sencillo prestar atención a una serie de insultos injustificados, que a un debate organizado, consciente e intelectual.

Por otro lado, una falacia ad hominem contará con el apoyo de otro tipo de argucias para poder fortalecer su "consistencia" en un debate, por ejemplo cuando surge la combinación de una falacia ad hominem y un argumento ad verecundiam, donde este último apela al prestigio de cierta personalidad para dar credibilidad a sus palabas sin poner objeción alguna o cuestionamiento. De esta cuenta escuchamos expresiones como: Pero usted no es nadie en esta comunidad, no tiene reconocimiento, por lo tanto sus argumentos son inválidos, al contrario mío que gozo de una reputación y reconocimiento.

Al momento de presentarse este tipo de falacias y argucias, es necesario recalcar más sobre la importancia que tienen los argumentos reales y los hechos, para mejorar el entorno de debate y fomentar la objetividad en los distintos puntos de discusión.

En cualquier caso, siempre será mejor reconocer la poca consistencia de nuestros argumentos, en vez de enfocarnos en las deficiencias personales de los demás, no hay que mezclar el tocino con las aeronaves.

Wiliam Ajanel

http://dividiendoentrecero.blogspot.com/2009/04/para-que-argumentar-cuando-podemos.html