Ecumenismo no es sincretismo
El ecumenismo pretende establecer canales de comunicación para la paz.
El esfuerzo concienzudo que viene realizando la Iglesia Católica desde hace varias décadas por lograr la unidad me parece que está mal entendida por algunos sectores dentro y fuera de la Iglesia. ¿Qué es el ecumenismo?
El ecumenismo no significa que la Iglesia católica pretenda de forma arrogante imponerse sobre los demás credos. La muestra fehaciente fue el histórico encuentro de oración por la paz que Juan Pablo II convocó en Asís en octubre de 1986 y en enero de 1993 con los líderes de las distintas confesiones religiosas. Católicos, musulmanes, judíos, ortodoxos, budistas, hinduistas reunidos para pedir por la paz en el mundo.
El mensaje que ofreció el Papa no podría ser más claro:"La paz reina entre nosotros. Cada uno acepta al otro como es, y lo respeta como hermano en la unidad común y en sus convicciones personales. Las diferencias que nos separan permanecen. Éste es el punto esencial y el sentido de nuestro encuentro y de las oraciones que rezaremos después: mostrar a todos que sólo en la aceptación mutua del otro y en el consiguiente respeto mutuo, reside el secreto de una humanidad finalmente reconciliada. A las guerras y a los conflictos queremos oponer con humildad, pero también con vigor, el espectáculo de nuestra concordia, en el respeto a la identidad de cada uno". El ecumenismo pretende establecer canales de comunicación para que reine la paz y cese la violencia que no puede ser invocada jamás en nombre de Dios. Al primer encuentro de oración acudieron 71 dirigentes de religiones no cristianas, 54 de las cristianas, y 25 representantes del episcopado mundial.
El ecumenismo tampoco significa sincretismo, mezcla de todas las religiones o coctel de creencias. Cada vez se extiende más un relativismo religioso al considerar que todas las religiones son equiparables y que puedes elegir la que a ti más te convenga. Algo así como un dios a tu medida. En la declaración Dominus Jesus, Juan Pablo II nos invita a conocer el Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre, para poder acoger y valorar todo lo bueno y noble que existe en las demás religiones, pero sin dejar de reconocer el valor salvífico de Cristo, "Camino, Verdad y Vida" (Jn 14,6). Cristo nos muestra la plenitud de la revelación divina.
Este domingo en que los discípulos de Emaús reconocen a Cristo en la fracción del pan, signo de la unidad en la fe de la Iglesia, nos tiene que llevar a promover la paz y la concordia entre todos los que compartimos un mismo territorio.
El signo inequívoco de la presencia de Dios en una persona, familia o institución es la paz. Donde está Dios reina siempre la paz.
jmotaolaurruchi@legionaries.org
El Universal 28 de abril de 2009